martes, 12 de junio de 2012

El hombre del cigarro

De pronto el presente comienza a verse borroso, parece que le doy la espalda o quizás ya está detrás mío, la verdad es que ya no está y con él te fuiste también, como aire tibio o más bien hirviendo, pasaste a mi lado sin si quiera mirar. Parada en medio de todo y sintiéndome como si estuviera en nada, miré el suelo y respiré, recordé contar hasta tres y obviamente en el "intertanto" alguna que otra lluvia en mi cara sentí, tragué un sabor amargo de desilusión y te miré. Ahí estabas como si nada o como si todo, la verdad es que no vi la diferencia, no existe un antes de mi o un después de mi, sigues igual. Parado, con un cigarro en la mano y sin importancia, es como si la indiferencia te vistiera y tu apellido fuera "Nomeimporta".
Cómo si la gente fuera tonta!, pasas por su lado haciéndote el desentendido y pasas por mi lado haciéndote el lindo, además de desentendido obviamente. Se que es iniciativa tuya no hablar, se que eres tan proactivo que trabajas arduamente en nunca entender todo (o nada), eres la persona más aplicada que conozco.
Sí, tengo rabia o pena, o quizás, ambas dos, mas la segunda que la primera. Tanto tiempo entregado y tan infructuoso su goce, me rindo, no entiendo. Bastaba con una palabra...una palabra que ya no me importa, demás está seguir con esto, me despido y nos vemos, tu por ahí con tu cigarro y yo por allá con mi arte, que me dice mucho más que un hombre de pie con un cigarro y la tontera por delante.


Cristina Céspedes Zavala.